La ira colectiva II
Considero que ningún citadino que se respete (que haya caminado estas calles atestadas de parroquianos, esquivado carros, motos, triciclos etc., abordado el transporte público en horas pico y hecho fila frente a cualquier entidad pública o privada, entre muchas otras "actividades" regulares y comunes en estas multitudinarias concentraciones de bloques y gente) ha escapado a ciertos abscesos de irritación cuando los parámetros de la estrecha convivencia se rompen (o se juntan) hasta hacerlos intolerables.
Yo por ejemplo soy víctima de lo que el Wabi Sabi denomina "el aqui y el ahora", que tiene su aplicación en artes marciales, y se refiere al instante y espacio inmediatos controlables por el individuo. Es decir que me molesta de forma incontenible la invasión y las interrupciones que afecten mi valiosísimo tiempo o que obstaculizen mis recorridos, y por lo tanto tiendo a defenderlos sin miramientos.
Y así entonces hay quienes tienen otros tipos de fijaciones y aprehensiones que en areas tan limitadas y públicas resultan difíciles de controlar, y por ello se ven enfrentadas diariamente.
El conflicto tiende a dirimirse con alguna mala palabra, pensada o murmurada, un rostro de desaprobación o una seña soez. Manifestaciones reprimidas para hacer tolerable lo intolerable.
Lo que en realidad causa preocupación y asombro es que esas manifestaciones se están tornando cada vez más obvias y agresivas, con el correspondiente alienamiento defensivo que expande el "aqui y el ahora" a límites hermitaños e inflexibles. Ya no es cuestión de diferencias sociales, como se advirtió anteriormente, o culturales o de comportamientos individuales, sino enfrentamientos de libertades que se entrecruzan en espacios reducidos y compartidos. Los consecuentes roces e interaciones que resultarían de la convivencia urbana tienden a restringirse a meros incidentes que se salen de la informalidad y por lo tanto son reprimidos aunque sean accidentales, y por lo tanto, las reacciones se hacen más notorias y naturales.
Reconozco que vivo quejándome del estado deplorable y letárgico de la pradera que los universitarios han hecho de Chapinero y que me perturba la irremediable restregadera de los buses de servicio público, y que me espantó, con palpitaciones y todo, cuando alguien osa preguntarme la hora. Pero sé que no soy la única, y la paranoia abunda de noche y de día, junto con los artefactos que antes entretenían y ahora son una excusa infalible para el aislamiento.
Me parece, entonces, que las enfermedades sociales ahora tan de moda reafirman esos síntomas de la ira colectiva donde todos tienen el derecho a defender su propio territorio, algo que no me parece del todo ilógico dada la reducción del espacio vital (y el precio del metro cuadrado) y las mínimas exigencias standarizadas (o mejor aceptadas) para "pelear" por la individualidad.

4 Comments:
At 8:52 PM, March 23, 2006,
Duquesa Katiana said…
Bueno pue scon todo y eso, aveces extraño ese ambiente. En ocasiones es aburridora tanta cortesía y tanta legalidad hasta para parquear un carro. De todos modos pienso que la predisposicion de las personas cuenta mucho a la hora de interactuar con otras. Si se piensa todo eltiempo que las otras personas le van a responder con una piedra en la mano, pues lo mas seguro es que lo hagan.
At 11:34 AM, March 25, 2006,
Martesita said…
Yo creo lo mismo...pero en realidad lo que no se sabe es como llegamos a ese punto de evitar la mirada, el contacto, el olor y repelernos nosotros mismos porque los demás sólo son estorbos que caminan con uno...es como el "modo hormiga" del que hablaban en Awaking life.
At 6:10 PM, March 27, 2006,
Anonymous said…
Pues yo creo que tiene que ver el hecho de que como humanos siempre tendemos a repeler lo que menos se parece a nosotros o se puede amoldar a nosotros...creo q fue usted la que me explicó eso cuando estaba estudiando.
Tatiana
At 11:42 PM, July 21, 2006,
Anonymous said…
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