Navidades rolas

A los que están por fuera del país les digo, que Chapinero en épocas decembrinas sigue siendo el mismo lodazal bullicioso de gente desesperada por encontrar aquél "cariñito" perdido en un mar de tiendas, boutiques, locales, estantes, tapetes, costales y cabuches que se arruman en espera de clientela a lo largo de la carrera 13. También les digo que la competencia está cada vez más reñida entre la alcaldía bogotana y la de Medellín por un primer puesto en el alumbrado público nacional, y que en esta ocasión cubrió todas las vías arterias, autopistas, postes y bolardos, haciéndose especialmente presente en Monserrate (que parece un sueño faerico, con un camino que ilumina el recorrido del funicular hasta la punta, y donde no hay chamizo o cúpula sin su lucecita, todo ello dramatizado con un espesa niebla que por estos días cubre las noche capitalinas) y el río Medellín (resplandeciente por los centenares de abejas y florecitas que los paisas se ingeniaron para posar en esas aguas tan cochinas) respectivamente.

Sin embargo, a pesar de todo ese despliegue de hirvientes multitudes, y electricidad "desperdiciada", las navidades continúan siendo, para los que estamos aqui, un evento íntimo de encuentros con el pasado, de flashes de la infancia cargados de nostalgia y sintetizados en reuniones, novenas y verbenas llenas de caras conocidas y de temas comunes. De items con significados compartidos: la maraca para el villancico, las toneladas repartidas de natilla y buñuelos, la armada del pesebre, la colgada de los adornos, los proyectos y los buenos propósitos... la felicidad de estar juntos. Y por esa razón reitero mis más profundo agradecimiento a todos aquellos que con sus palabras o acciones supieron hacer de esta una nueva navidad llena recuerdos acumulables para las próximas festividades, enfatizando que hicieron del caos el mejor encuentro.

Por supuesto, extiendo mi gratitud a aquellos que no pude ver, pero que hicieron sentir su corazoncito a pesar de la distancia y se manifestaron con triunfos, deseos y postales, garantizádoles que el hogar siempre se lleva por dentro y que no hay letrero en Tokyo, callejuela en Leiden, vallecito en villa verde, sarao en Barcelona, ni fuente californiana, que borre el sentimiento de las navidades rolas.

Gracias a todos.

Besos, abrazos y regalos (virtuales).