La intención de voto
Como muchos de ustedes ya saben, se acercan las elecciones para la rama ejecutiva del poder colombiano, y aunque por mi parte tengo todas las intenciones de acercarme a las urnas y ejercer debidamente mi derecho ciudadano, aún no se hasta que punto este pueda ser efectivo en cuanto a representativo de las muchas y urgentes necesidades administrativas de este país.
Sabemos que en este año, en especial, se presentan cantidades insolitas de nuevos partidos (revolucionarios, alternativos, contestatarios, minotarios y pintorescos) que a parte de enriquecer los comisios, me parece que los complementan con opciones refrescantes en puntos de vista antes opacados por las antiguas "monarquías"; pero está Colombia preparada para aprovechar su calidad de estado social de derecho pluriétnico y multicultural, de cara al proceso democrático? es decir, existen las herramientas adecuadas para exponer y difundir adecuadamente esas nuevas propuestas políticas sin necesidad de que esto se convierta en un concurso de popularidad donde triunfan los mismos y un mínimo altamente carismático pero asímismo políticamente desconocido?
La historia del Congreso, Senado y Cámara colombianos tiene una importante lección que debe tenerse en mente en estas precisas circunstancias, y es que en verdad, no he conocido un logro remarcable para la farándula mixta, populista e inoperante que campea entre debates y asambleas tan respetables (pero jartísimos) sólo haciendo uso de una presencia medianamente conocida en sets de telenovela y concursos de suenta-chistes: las Nellys Moreno, los Lizarazos, las Catalinas Acosta, los Artunduagas y Pereas entre muchos otros estan o han estado allí simplemente haciendo uso de una fama mediática que ocultó o permitió ignorar sus consignas y propuestas, pues es bien cierto que si, en este país, Jota Mario se lanzara a la política seguramente llegaría a la presidencia.
Entonces, que herramientas y procesos legítimos posibilitarían que esos ideales y objetivos políticos no sean opacados frente a la contundente tendencia colombiana a elegir al más interesante, atractivo o reconocido? pues sin duda, muchos se presentan ante el tarjeton sin idea alguna de cuales son las prioridades administrativas del candidato, o de cual es su semblanza frente al partido político que representan, o, más preocupante aún, que pasaría al darle el poder a una lista por encima de otra.
Hasta hoy me parece que los mecanismos procelitistas colombianos son insuficientes e ineficientes, pues hasta el momento no se eligen las políticas ni las posturas, sino las apariencias y las fachas (sean cuales fuere) y que ni el balconazo en tarima ni los debates televisivos alcanzan para dejar en claro las tendencias de las barahundas de contendientes y partidos que hoy se persentan como alternativa. Es necesario y urgente revaluar los contenidos y los procedimientos de lo que hoy se conoce como proceso electoral y despertar en los colombianos la gravedad y consecuencias de sus decisiones como electorado. Pues si cambio es lo que se necesita hay que asegurarse de que este sea realmente posible.
