Ojo con la cuchilla!
Reaparezco después de mucho pensar en las cosas que no me exasperan.
Se lo quedo debiendo a aquellos que lo han solicitado, pero es que me cuesta verle la ironía a la gente que se comporta como debe...
Lo cierto es que de nuevo, hay algo que me molesta profundamente. Ésta vez en los decadentes salones de la sede administrativa del Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA), cuando, presentando un examen para docentes, me encontré entre dos viejas emperifolladas que se soplaban las respuestas.
Lo cierto es que de nuevo, hay algo que me molesta profundamente. Ésta vez en los decadentes salones de la sede administrativa del Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA), cuando, presentando un examen para docentes, me encontré entre dos viejas emperifolladas que se soplaban las respuestas.
La cosa va más allá de la evidente falta de ética que campea entre los servidores públicos colombianos, y de un éxamen cuyo mayor logro es el de evocar (sólo eso) las nuevas corrientes pedagógicas, con intenciones innovadoras (y nada más), como parte de una formación integral (que se contradice con la iniciativa de las directivas de retirar de los programas de aprendizaje, las asignaturas de ética y ciencias sociales), para indagar en las bases de una enseñanza actual y aplicable, como legado del encuentro de brillantes mentes nacionales, "Colombia al filo de la oprtunidad", realizado en 1996, que se proponía estimular las generaciones de alumnos hacia una necesidad investigativa y científica, basándose en estrategias más dinámicas y, asímismo, autoconstructivas (mezcla de constructivismo con LSDE y Escuela Nueva).
Entre esas dichosas estrategias estaban los famosísimos "logros", por cuya imposición muchos de nosotros nos saltamos olímpicamente uno o varios grados de bachillerato, y que hoy en día son la pesadilla de cualquier padre de familia. Pero también, fruto de ese eminente encuentro están los tan mentados "talleres" que hacen las delicias de cualquier estudiante vago.
Así es que, aunque parecieran sacados de la mente de un Troller y un Arias, estos instructivos hoy son reales, tangibles y están disponibles en cualquier colegio, escuela, instituto y jardín pre-escolar, impartidos con el firme propósito de estimular en el estudiantado una suerte de "ganas de aprender", a través de la autoconstrucción de disciplina y voluntad de estudiar. Ah?
Seguramente no se les ocurrió algo más contradictorio, porque seamos honestos, no todos los seremos humanos, y menos niños y adolescentes tiene tan desarrollada esa capacidad de superación que aún con los años muchos reemplazan con empecinada mediocridad.
No me explico qué les hizo creer que un adolescente pudiera abordar una actividad académica de forma tan abnegada, altruista y ¡en grupo! (generalmente), dado que ni siquiera un servidor público en uso de todas sus facultades mentales, y a sabiendas de los deberes y posturas que su profesión conlleva, es capaz de apelar a sus conocimientos reales y contestar un examen con la honradez que le demanda, sobretodo cuando en su conciencia deberían pesar la cantidad de alumnos que habrá echado del salón sin remordimientos y reportado ante las directivas por ese mismo comportamiento.
Efectivamente, he experimentado las consecuencias de tal esfuerzo, que aunque no desestima en buenas intenciones, si ignora la realidad de lo que una "clase" significa para todo el mundo; y es que cuando se trata de realizar uno de estos talleres, con la orientadora limándose las uñas en un rincón del salón y los estudiantes en corrillo prentendiendo comprender e interesarse por un documento que no trae ni dibujitos, es obvio y predecible que sólo uno lo entienda y esté en capacidad de exponerlo (ver curso corto de Andrea en el SENA).
Reitero que no estoy en contra de las nuevas tácticas pedagógicas que procuran estimular al estudiante en el pleno manejo de tópicos y conceptos, por encima de las estrategias castrantes, nemotécnicas e inquisitivas que nos obligaron a tragar en primaria, con resultados parciales y momentáneos. Pero considero que la aplicación de estas herramientas deben ser manejadas como lo que son, instrumentos para afianzar la estrategia de formación con miras a un propósito, y no como la filosofía de una nueva pedagogía.

